Tan Lejos, Tan Cerca: Hacer comunidad durante la pandemia

"Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, 
pero si no hacemos nada, no habrá felicidad."
Albert Camus


El 14 de marzo de 2020 nos dijeron que debíamos quedarnos en casa porque se había desatado una pandemia causada por el Covid-19. Esto solo lo habíamos conocido en los libros de literatura y de historia, en las series y películas históricas o futuristas. Ahora nos estaba tocando a nosotras, era real. Nuestras vidas estaban en peligro y teníamos que refugiarnos en nuestras casas, en nuestros nidos que más que nunca se convirtieron en lo más sagrado que tenemos. Nos reencontramos con nuestras casas físicas y las convertimos, ahora si de verdad, en nuestros hogares.

El hogar se construye de muchas formas, es un animal polifacético, y una de sus encarnaciones es las relaciones de amistad, complicidad, descubrimiento que hacemos en el cotidiano con otras personas. De golpe nos quedamos sin nuestro tejido comunitario. De golpe, nos convertimos en seres aislados mirando desde sus balcones esa vida que transcurría en los otros balcones y sintiendo la contundencia de la soledad al ver las calles vacías.

Es así como el teléfono móvil se convirtió en nuestro espacio relacional. Los chat de Whasapp fueron el lugar de encuentro, donde compartimos nuestros miedos transformados en Memes que nos hacían reír de la realidad que nos acorralaba. Nos escapábamos de la monotonía compartiendo copas de vino virtuales y nos reconciliábamos con la vida a cada emoticono que indicaba que todas estábamos bien, que el bicho estaba excluido de nuestra comunidad del Club de Bordado.

En el chat de Club de Bordado somos 38 mujeres. No nos conocemos en persona todas, pero nos une la aguja y el hilo. Durante  el confinamiento nuestras manos no pararon de hacer mascarillas para quien las necesitará, fue nuestro particular granito de arena para salir adelante como país, como sociedad. Nos quisimos regalar a nosotras misma esta prenda que incorporamos a nuestro ropero y creamos el juego de la Amiga Invisible de Mascarilla, que consistió en hacer una mascarilla bordada para una amiga de nuestro grupo.





Los días iban pasando y las necesidades de muchas personas de nuestros barrios se agudizaron, surgieron las Redes de Apoyo Vecinal en los diferentes barrios de Zaragoza. Nosotras nos unimos a la red de San José y mediante una subasta de la mascarilla bordada por Gema recogimos entre todas 270 euros con los cuales compramos alimentos y productos de primera necesidad que fueron repartidos por la Red de Apoyo de San José.



Durante los meses de confinamiento hicimos comunidad compartiendo risas, preguntas, solidaridad, y sobre todo diciéndonos las unas a las otras: Aquí estoy, tranquilas...llegará el día en que nos encontraremos y por nuestro hogar de bordado volverá a sonar las risas, las voces, la comida y como no el vino! Ahora en la desescalada ya tenemos fechas de reencuentro, siguiendo siempre los protocolos de seguridad. Nos encontraremos y haremos gala de nuestras hermosas mascarillas bordadas y nos reiremos con los ojos para celebrar la Vida, esta vida que hoy más que nunca respetamos, agradecemos y cuidamos.



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