Hilvanamos Vida, Resistencias y Utopías


8 de marzo de 2020 - 8 de mayo de 2020

Un lapsus, un entretiempo.


Grupo de bordado colaborativo, en la Plaza del Pilar, ZGZ.

Hace dos meses, el domingo 8 de marzo, las mujeres salimos a las calles a reivindicar la lucha por el derecho y la necesidad de vivir en la solidaridad y la cooperación desde la igualdad y diversidad. Miles de mujeres en todo el mundo proclamamos consignas y cantos para honrar esta lucha. Salimos a marchar, reivindicando el feminismo como opción de vida, reivindicando que «el futuro será feminista o no será». 

Recuerdo ese día, llevamos nuestra pancarta textil a la Manifestación del 8M. Una pieza textil, una Arpillera, una obra colectiva que reivindica la lucha eco-feminista y expresa a través del tejido nuestros vínculos. Ese domingo salimos orgullosas de nuestra labor como artistas textiles, tejedoras y bordadoras pareadas por nuestra condición de mujeres más allá de la de cuidadoras, madres, hijas, compañeras, entre otras tantas. 
Durante varias semanas previas a la Mani, las mujeres que participamos en Diálogos de Aguja fuimos arpilleristas. No sólo porque aprendimos la técnica textil de la mano de la artista e investigadora chilena Karen Rosentreter Villarroel y de nuestra compañera Mercy Rojas, sino porque que nos dejamos envolver por su magia. Al elaborar la pancarta como una inmensa Arpillera, vivimos lo que Maryory Agosín (1985) describe cómo la puntada ingenua de la arpillera, esa puntada que se transforma en un testimonio de lucha y resistencia política1. Una historia de mujeres que se unen para disfrutar del arte y de la compañía, mujeres que cuidan y se cuidan, mujeres que creen en otras y que reivindican la historia de las luchas feministas.

Durante nuestras quedadas para coser y bordar la pancarta afloró una atmósfera de co-creación.
Un espacio en el que compartimos tareas y saberes. Allí, mientras unas cortaban las piezas, otras las cosían y entretanto, la arpillera del y para el 8M empezó a contar nuestra historia, más allá de su función comunicativa y de su papel como pancarta. 


Expresamos a través de nuestro hacer ese discurso de la arpillera que no es especulativo ni teórico, sino que es palpable y real como en un textum literario, las arpilleras cuentan una historia (Agosín, 1985). A través de esta pieza dimos voz a aquellas que han sido acalladas y su presencia silenciada. 


Hoy, dos meses después podría decirse que somos un tejido vivo. Un tejido que transmuta con las circunstancias y se adapta ahora desde la virtualidad. Seguimos contando nuestra historia desde el grupo de Bordado Colaborativo promovido por Mottainai.ZGZ. En esta «nueva normalidad», llena de incertidumbre se nos presentan múltiples realidades y retos como colectivo. El espacio que compartíamos los domingos cada quince días en Harinera ZGZ se ha transformado y dilatado. Seguimos cosiendo, tejiendo y bordando porque ellas, «son y representan escrituras femeninas que cuentan lo que la palabra o el habla no pueden decir» (Agosín, 1985).





1 El texto de Maryory Agosín detalla que aunque «la aparente sencillez de la arpillera puede engañar al observador superficial, quien catalogaría este producto como un objeto de consumo turístico-folklórico. La arpillera es todo lo contrario: tanto el dibujo presentado como la arpillerista en sí representan a conciencia la resistencia al régimen opresor» (Agosín, 1985). 



Bibliografía
Agosín, M. (1985) Agujas que hablan: las arpilleristas chilenas. Vol. LI, Núm. 132-133, disponible en:

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